miércoles, 2 de abril de 2008

El destino nos pone pruebas, mide nuestra capacidad de ver hasta donde podemos soportar nuestras elecciones, hasta donde la gloria nos engrandece o nuestra derrota se trastoca con el dolor, y qué es lo que estamos dispuestos a dar por nuestros sueños, qué emociones y sentimientos sacrificaremos por un “mejor futuro”, un futuro que ofrecer, un futuro para el otoño y el invierno de nuestras vidas, un futuro que no sabemos que pasara y que depende completa y enteramente de nosotros, irónico no.

Hasta donde llegan las expectativas de cada uno, que vida presente tenemos para comprender las visiones futuras; hasta donde llegaremos antes de que el destino nos acabe y el futuro nos rebase.

Qué necesitan los sueños para hacerse realidad, qué precio llevan a cuestas; y si lo podemos pagar, seremos realmente capaces de sobrellevarlos cuando estén frente a nosotros; caminaremos con pies firmes y seremos felices o acabaremos por dejarlos pasar de lado.

El destino esta escrito, nos da opciones de caminos a seguir, somos dueños de nuestras decisiones y somos responsables de nuestras elecciones, aunque estas salgan de nuestras manos después de hacerlas y solo nos queda rogar al cielo que sean las correctas en nuestra vida, y Dios reirá al vernos ya sea por la preocupación que nos asedia sin saber que vamos acertando o porque gustoso ira a levantarnos de la mano cada vez que nos equivoquemos.

El destino nos pone pruebas, mide nuestra capacidad de ver hasta dónde podemos llegar, si seremos dignos de lo que se nos da.

Tenemos en el bolsillo las decisiones solo nos queda por preguntarnos ¿qué precio estamos dispuestos a pagar?

No hay comentarios: