viernes, 11 de abril de 2008

Por qué somos tan cobardes a la palabra amor,
por qué no simplemente abrimos las ventanas
para que entre la luz y no solo sean un artificio
por el cual nos convertimos en espectadores
de los más elementales sentimientos.

Por qué no sentir sin ser vulnerables,
por qué fingir ser imparciales
cuando nuestra propia necesidad nos delata,
por qué no somos honestos con nosotros mismos
y abrimos las puertas que se han cerrado
a las posibilidades que llegan a nuestra vida;
por qué somos tan cobardes al hecho de sentir,
al hecho de ser amados, hacerlo en reciprocidad
y sentirnos vivos simplemente por amar.

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