Y la esperanza renace de sus cenizas cual fénix, a veces para recordarnos que sigue ahí , solo que no hemos desistido de ella, que simplemente no hemos resistido ni luchado por mantenerla, que sobrevive como parte de nosotros, pero también para recordarnos que tiene una cierta vida.
En el momento que vislumbramos esto solo tenemos la opción de retomar esas ilusiones o dejarlas volar, a lo mejor decidimos que no es para nosotros; la esperanza a veces también puede ser traicionera, tenemos que conocerla y saber sus límites y plantarnos en esa realidad, porque nos da alas, y volamos tan lejos que no sabremos como regresar al suelo, nos da alas como a Icaro, solo que hay que saber hasta dónde podemos llegar, y si no, nos engrandecemos en nuestra propia fantasía, es muy fácil ceder a la tentación, es muy fácil volar a nubes sin saber dónde está el corazón , ni donde lo encontraremos , volamos donde nuestra mente cree que podemos llegar pero nuestro cuerpo no, y eventualmente nos lleva a perder la esperanza y hasta la fe, en nosotros y en los que nos rodean como personas.
A veces lo único que necesitamos es tener la cabeza en los hombros, y la esperanza será eso, no más, no más de lo que podamos encontrar ni de lo que necesitemos, será un lugar para refugiar nuestros sueños, donde podamos ver una pequeña prueba de lo que podrá ser algún día, no es que perdamos la esperanza, si no llegar a ser fuertes para seguir a pie de batalla y no dejarla ir.
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